Robert Burrowes: «La teoría estratégica de la defensa noviolenta»

Traducción de Cthuchi Zamarra

 

 

Robert Burrowes: “The strategy of nonviolent defense. A Gandhian approach”. State of New York Press. New York 1996.

 

Capítulo 10: La teoría estratégica de la defensa noviolenta

 

Aunque el uso improvisado de resistencia noviolenta como una estrategia de defensa (particularmente por los pueblos indígenas contra las invasiones imperiales) ha sido ya documentado, la idea de que una forma noviolenta de defensa contra la agresión militar podría ser conscientemente planificada y preparada puede atribuirse a un artículo escrito por Bertrand Russell en 1915. Según Gene Sharp y Christopher Kruegler, cuatro grandes influencias han contribuido al concepto contemporáneo de «defensa noviolenta» y particularmente a la versión conocida como «defensa de base civil». Estos son los primeros antecedentes derivados de pacifismo y antimilitarismo radical, las ideas de teóricos importantes como Etienne de la Boétie (en relación con la teoría del consentimiento del poder) y Basil Liddell Hart (en relación con la estrategia militar); los ejemplos históricos de como la defensa noviolenta improvisada en Alemania en 1923 y Checoslovaquia en 1968; y el desarrollo de armas nucleares, que inspiró a algunas personas a buscar alternativas de defensa radical. Además, Sharp identifica una quinta gran influencia: la propuesta de varios activistas noviolentos, y particularmente Mohandas K. Gandhi, de que la defensa contra una invasión extranjera podría ser librada por medios noviolentos con efectividad. Este último factor es probablemente más importante desde el punto de vista de activistas preocupados con la versión de defensa social de «defensa noviolenta». En cualquier caso, la publicación de libros de Stephen King Hall y Bradford Little en 1958 marcó el inicio de la consideración más sistemática del concepto por parte de activistas y académicos por igual.

 

Dos concepciones de la “defensa noviolenta”


Existen dos concepciones principales de «defensa noviolenta»: como «defensa de base civil» y «defensa social». La defensa de base civil, según Kruegler, es un sistema de defensa alternativo en que el que la resistencia noviolenta realizada por civiles, junto con sanciones económicas y diplomáticas, reemplazaría o complementaría a las armas militares «como medio de disuasión y defensa contra la agresión militar no deseada interna o externa. La defensa social, según Brian Martin, es «resistencia comunitaria noviolenta a la agresión como una alternativa a la defensa militar». Se basa en el uso de la protesta, la persuasión, la nocooperación y la intervención para resistir la agresión militar o la represión política. Estas definiciones presentan una gran similitud, pero en realidad son fundamentalmente diferentes. Las diferencias principales se describen a continuación.

 

En primer lugar, los partidarios de la defensa civil en utilizarían las sanciones noviolentas debido a su valor práctico; no harían ninguna reclamación relacionada con la «superioridad moral de la conducta noviolenta». En contraste, aunque no todos los exponentes de defensa social son practicantes de noviolencia ética, las preocupaciones sobre la moralidad de los medios pesarían al menos tan fuertemente para ellos como las preocupaciones pragmáticas sobre el resultado. Para los que proponen de defensa social, entonces, un compromiso a la noviolencia es igual, si no más importante que, la «superioridad racional» de defensa social.

 

En segundo lugar, los que proponen defensa de base civil utilizan una estrecha definición de violencia orientada al actor. Ellos entienden la violencia como un «manifiesto daño físico o la amenaza de tales daños a las personas reales». Así, defensa de base civil podría incluir algunas sanciones, como el sabotaje, que generalmente están asociados con las estrategias militares. En contraste, la mayoría partidarios de la defensa social favorecerían una definición de violencia que destaque específicamente sus elementos estructurales, y, por diferentes razones, muchos rechazan el uso de sabotaje.

 

En tercer lugar, los partidarios de la defensa civil se ocupan de la defensa del Estado-nación, su Gobierno y su territorio. Según su principal teórico, Gene Sharp, es una forma de defensa nacional que está diseñada para disuadir y derrotar a invasiones y ocupaciones militares extranjeras, así como golpes internos (es decir, las convulsiones del control físico y político de la maquinaria de estado). En contraste, mientras que los partidarios de la defensa social son menos específicos sobre su preocupación de defensa, su enfoque es claramente no estatista y antielitista. La defensa social es variadamente descrita como relacionada con la defensa «a nivel comunitario», defensa del “tejido social», de «los valores de una sociedad, como la libertad, igualdad, la integridad de la persona y una atmósfera en que todos estos valores pueden cultivarse y ser desarrollados» y, aún más ampliamente «la creación de un poder democrático para una seguridad económica, social, política, ideológica y ecológica «.

 

Cuarto y relacionado con el punto anterior, los partidarios de la defensa de base civil buscan su aprobación (en todo o en parte) de los gobiernos nacionales, y se preocupan por una estrategia noviolenta que funciona bajo la dirección de un gobierno. Como la defensa militar, se basaría en una toma de decisiones centralizada y una organización jerárquica para su aplicación. En contraste, los que proponen la defensa social buscan su aceptación por la comunidad en general; la defensa social «se refiere a la defensa noviolenta basada en iniciativas de base.» Se basaría en cooperación y comunicación entre grupos comunitarios de base para su aplicación.

 

Por último, los partidarios de la defensa de base civil la consideran como un equivalente funcional de la defensa militar que es capaz de funcionar en la práctica en las «actuales condiciones políticas e internacionales»; no tienen ninguna relación directa con otras luchas sociales. En contraste, los partidarios de la defensa social suelen consideran el problema de defensa como parte de la lucha por cambios estructurales fundamentales en la sociedad. Por consiguiente, existe un vínculo vital entre la defensa social y los movimientos sociales revolucionarios. Esto incluye «movimientos que plantean un desafío o una alternativa al poder militar y del Estado».

 

Hay una extensa literatura sobre defensa de base civil, y considerablemente menos que trate de defensa social. Esto refleja que existe preferencia por la defensa de base civil entre los estudiosos en el campo. Una lectura cuidadosa de la literatura sugiere que hay varias razones para esta preferencia. Primero, la mayoría de los académicos en el campo desea promover la credibilidad de la defensa de base civil ante los ojos de las élites políticas y militares con la esperanza de que finalmente sea aprobada por los gobiernos; su enfoque es «esencialmente reformista». Desde el punto de vista de estos estudiosos, a fin de considerarse seriamente como opción de defensa nacional, se necesitan más estudios de investigación, análisis y proyectos políticos de defensa civil de base. La investigación, creen, resolverá los actuales problemas relacionados con defensa de base civil y esta investigación en última instancia debe ser patrocinada por los gobiernos, porque sólo los gobiernos tienen los recursos para llevar a cabo la investigación a la escala que se requiere. En segundo lugar, hay que recordar que algunos estrategas militares han tenido una influencia personal sobre los principios teóricos. Adam Roberts y Sharp, han sido influenciados por Liddell Hart. Esto refuerza la orientación elitista de estos académicos, así como su inclinación a separar defensa civil de la noviolencia ética. Tercera y relacionada con el segundo punto, la preferencia por la defensa de base civil se debe a los estrechos fundamentos intelectuales y teóricos en los que se basa. Aparte de por la noviolencia pragmática, la teoría de la defensa de base civil ha sido influenciada por una particular concepción militar de la estrategia (el enfoque indirecto descrito por Liddell Hart), no ha sido influenciado por otras disciplinas como la teoría del conflicto o la psicología. Esto ha reforzado el estrecho marco conceptual en el que trabajan muchos estudiosos de la defensa civil.

 

Al contrario que estos estudiosos, este estudio rechaza la defensa de base civil totalmente. Un propósito importante del resto de este estudio es elaborar una concepción nueva y estratégicamente más rigurosa de defensa noviolenta. Antes de hacer esto, se considerarán varias críticas de peso a la defensa de base civil.

 

Argumentos contra la Defensa de base civil


Hay tres principales conjuntos de argumentos en contra de la defensa de base civil. Estos se resumen a continuación con el fin de aclarar por qué este estudio la rechaza como opción de defensa estratégica. En primer lugar, como se señaló anteriormente, una característica distintiva de la defensa de base civil es la naturaleza pragmática de su compromiso con la acción noviolenta. Como se analiza más extensamente en el capítulo 7, varias características del enfoque pragmático son incompatibles con la resolución de conflictos. Por ejemplo, la defensa de base civil utiliza un enfoque del conflicto basado en una concepción tradicional ganar-perder de la misma. Esto es evidente desde el énfasis puesto en la intención de «derrotar» de agresor. Este enfoque ignora los conocimientos derivados de la investigación de conflictos recientes discutidos en el capítulo 5 y resumen en el capítulo 8. Brevemente, falla en reconocer la importancia de satisfacer las necesidades del oponente en cuanto autoestima, la participación, la justicia y control a través de una participación significativa en decidir el resultado.

 

Además, el enfoque pragmático de la defensa de base civil implica una concepción negativa del oponente. Esto es evidente desde que pone el énfasis en su capacidad de disuasión. Aparte del hecho de que la disuasión se basa en la noción de que «no importa lo que hagamos, el enemigo nunca será bueno». Esta noción está en claramente desacuerdo con la actitud de resistentes noviolentos de la corriente ética que creen en «el valor y la dignidad» de su oponente. Según la teoría estratégica desarrollada en este estudio, la resolución de conflictos requiere la corrección de las actitudes negativas que dirigen contra el oponente, la eliminación de patrones de conducta que tienden a aislar al oponente así como de la satisfacción de las necesidades de todas las partes (incluyendo las necesidades del oponente en cuanto autoestima, reconocimiento y racionalidad). Sobre esta base, la concepción negativa del oponente característica de la defensa de base civil es un obstáculo directo para la resolución del conflicto.

 

Sin embargo, rechazar la defensa de base civil sobre esta base no significa un rechazo completo del uso pragmático de la acción noviolenta. En muchos, si no en la mayoría, de los ejemplos históricos de “defensa” noviolenta improvisada – especialmente contra golpes de Estado militares – no han tenido ni una base ética ni se ha caracterizado por la «unidad monolítica ideológica». Por ejemplo, la resistencia noviolenta a la Revuelta de los Generales Franceses en Argelia en 1961 «no fue la consecuencia de ninguna creencia ética o de teorías políticas acerca de la «noviolencia». Por otra parte, es cierto que acción noviolenta con más frecuencia se utiliza generalmente «en nombre de intereses estrictamente concebidos» en lugar de porque las personas «desean erradicar las causas del conflicto» o participar en la «política transformacionalista». Sin embargo, hay una diferencia entre lo que ha ocurrido en contextos históricos determinados y lo que constituye una planificación estratégica sólida para futuros conflictos. Dada la profundidad de la crisis global y la naturaleza profunda de la transformación necesaria para resolverlo, es altamente deseable entrenar activistas – tanto para ampliar su reconocimiento de los vínculos entre sus conflictos particulares y la crisis mundial y para mejorar la calidad del uso de la acción noviolenta en los conflictos locales.

 

La planificación estratégica debe basarse en una teoría estratégica sólida y debe proponer métodos que sean coherentes con esa teoría. En la medida en que la acción noviolenta de uso pragmático es inconsistente con la teoría del conflicto reciente, es un componente inadecuado de cualquier estrategia de defensa. Sin embargo, en el sentido estrictamente limitado que algunos (o incluso más) personas podrían elegir acción noviolenta porque creen que sea eficaz, en lugar de porque tienen un compromiso ético, su participación es valiosa, siempre que se produzca en el marco de una estrategia global basada en la teoría estratégica esbozada en el capítulo 8. En parte, esta estrategia refleja los elementos característicos del enfoque ético (más que pragmático) sobre el uso de la acción noviolenta tal y como fue descrito en el capítulo 7.

 

En segundo lugar, hay dos preocupaciones relacionadas para los críticos de la defensa de base civil que están interesados en una lucha más amplia por cambios estructurales fundamentales en la sociedad: por un lado, permanecerían escépticos acerca de las perspectivas de las elites políticas a la hora de llevar a cabo una estrategia de defensa de base civil excepto «en la medida que como proyecto pueda integrarse dentro de los límites de las relaciones sociales existentes”. Igualmente importante, muchos temen que si se implementara el proyecto dentro del contexto de las instituciones políticas existentes, neutralizaría la dinámica revolucionaria de la estrategia noviolenta. De hecho, por esa razón, Theodor Ebert ha señalado específicamente los peligros asociados con el interés selectivo por la defensa de base civil tal y como la contemplan los gobiernos europeos occidentales, que la ven exclusivamente como un posible complemento a los aparatos de defensa militar.

 

La idea de esa defensa de base civil es «un equivalente funcional» para la defensa militar que puede integrarse en el contexto de las relaciones sociales existentes ha atraído considerable crítica. Según este punto de vista, advierte Gustaaf Geeraerts, la defensa de base civil es una «innovación socio-técnica», cuyas ventajas pueden compararse con las de la defensa militar tradicional. Este enfoque «sólo toma en cuenta las funciones manifiestas del aparato militar»-es decir, las funciones de defensa y disuasión. Descuida por tanto las funciones latentes que cumple el aparato militar y la industria militar. Esto hace que haya que tener en cuenta el papel de los aparatos militares como instrumento de «represión interna y control imperialista» y el papel de las estructuras militares y las ideologías como agentes socializadores que producen a «patrones autoritarios de comportamiento».

 

Reconocer los múltiples roles de las fuerzas armadas es de vital importancia porque pone de manifiesto por qué utilizar una estrategia de defensa civil basada en la defensa del Estado-nación es políticamente poco sofisticado y altamente problemático. Los privilegios sociales y económicos ahora disfrutados por la naciones occidentales son el resultado directo de los anteriores períodos de violencia imperial y explotación colonial y están estructuralmente institucionalizados a través de la división internacional del trabajo. Estos privilegios, que principalmente acumulan las élites occidentales, deben defenderse militarmente contra la competencia extranjera, las naciones en desarrollo y la clases explotadas dentro de las propias naciones occidentales. Así, no es probable que las elites nacionales consideren seriamente la posibilidad de una estrategia de defensa que socave su capacidad de defender sus intereses y incluso en el caso de que se usara no podría utilizarse para defender esos intereses.

 

Russell observó este último punto en su artículo visionario de defensa noviolenta escrito en 1915, Gandhi fue ciertamente bien consciente de ello y el propio Sharp hizo la observación en el de sus primeras obras sobre el tema. Otros autores, incluyendo a Dave Dellinger, también han señalado la cuestión. Dellinger observó que sería imposible defender los Estados Unidos sin violencia porque una característica inherente al método noviolento es una fuerza muy importante: «la noviolencia no puede ser utilizada con éxito para proteger privilegios especiales que han sido ganados por la violencia». Por ejemplo, una estrategia de defensa de base civil no podría utilizarse para mantener la posición dominante de los Estados Unidos en América Central y del Sur. La defensa noviolenta, argumenta Dellinger, requiere no sólo una voluntad de poner la propia vida en riesgo, sino también una voluntad de renunciar a «todos las reclamaciones de privilegios especiales y poder a costa de otras personas».

 

En resumen, la idea de que la defensa de base civil podría ser «un equivalente funcional» para la defensa militar ignora la realidad, discutida en capítulos anteriores de este estudio, que las sociedades nacionales están dominadas por una serie de estructuras que se refuerzan mutuamente, incluyendo el estado, que sirven a intereses de las élites. En este marco, el ejército desempeña un papel fundamental, que no se limita a la defensa nacional. Los militares ayudan a mantener el estado y son el mecanismo por el cual el estado puede, si es necesario, imponer la «voluntad común» a sus ciudadanos, independientemente de si esa «voluntad común» está determinada por una élite parlamentaria o una dictadura militar. Por lo tanto, sostiene Martin, se la defensa de base civil estuviera patrocinada por la élite tendría poco impacto en las instituciones dominantes. El estado y el sistema militar «podrían no ser desafiados de manera significativa.» De hecho, tal y como asegura Egbert John, este enfoque ignora «el potencial moral y social emancipatorio de abolir el enfoque militar como un todo y con ello el estado tradicional tal como lo conocemos».

 

A pesar de ello, se ha argumentado que, debido a que hay más personas que cuestionan la defensa militar que personas que cuestionan las relaciones sociales capitalistas, la defensa de base civil organizada por el estado podría ser un medio de reforma social. No obstante, afirma Jahn, es indeseable para los teóricos de la lucha noviolenta en cualquier contexto alimentar ilusiones acerca de la verdadera paz y cambio estructural pueden producirse «en el marco del sistema de estados-nación capitalistas y socialistas».

 

Finalmente, existe un tercer conjunto de razones para rechazar la defensa de base civil; en un sentido, estos abarcan y amplían los indicados anteriormente. Fundamentalmente, como se indica en la introducción, las diferentes nociones de «defensa noviolenta» reflejan las diferentes cosmologías sociales preferidas de los que las proponen. Como defensa militar, la noción de defensa de base civil se basa expresamente en cinco supuestos: que los patrones existentes de uso de energía y materia son aceptables, que las sociedades nacionales son sistemas sociales integrados, que el realismo (incluyendo su concepción negativa de la naturaleza humana) ofrece una explicación adecuada de la sociedad humana, que el conflicto está en gran medida orientado al actor, y que la seguridad está estrechamente concebida en términos de los intereses del Estado-nación. Sin embargo, como la discusión en capítulos anteriores ha revelados, hay considerable evidencia teórica y empírica que sugieren que los patrones existentes de uso de materia y energía es injusta e insostenible, que las sociedades nacionales no son sistemas sociales integrados, que el realismo ofrece una explicación extremadamente insuficiente de la sociedad y comporatmiento humanos, que gran parte del conflicto enraizado característico de la sociedad moderna es estructural por naturaleza (y deriva, de hecho, desde esas estructuras como el Estado-nación y las instituciones de Gobierno), y que la seguridad es un concepto complejo y multifacético profundamente enraizadas en las emociones y necesidades humanas. Así, desde la perspectiva de análisis ofrecidos en este estudio, la defensa de base civil es una estrategia deficiente para tratar con violencia militar debido a las concepciones inadecuadas de la sociedad, filosofía, conflicto y seguridad en el que se basa.

 

Según el análisis en capítulos anteriores, tratar eficazmente las muchas manifestaciones de conflicto en el sistema internacional requeriría de cambios estructurales y filosóficos fundamentales. Mientras que tales cambios pueden ser un objetivo a largo plazo de los partidarios de la defensa de base civil, ciertamente no es su foco de su atención primario ni un objetivo de su estrategia. De hecho, según Sharp, la defensa de base civil no debe ser vinculada a cualquier «gran concepción de cambio social». Además, desde la perspectiva de la cosmología social personal de Sharp, los esfuerzos para conectarlos sólo llevan a «confusión conceptual» y complican los esfuerzos de los que están tratando de librar a la defensa base civil de «la carga de doctrina e ideología» que interfiere con el examen comprensivo realizado por las élites políticas y militares. Sin embargo, como este estudio ha intentado demostrar, este tipo de enfoque -que busca la reforma limitada del sistema y basa su éxito en la persuasión de las élites– no comprende la naturaleza y causas de los conflictos en el sistema internacional y lo que se requiere para resolverlos. Por el contrario, este estudio ha argumentado que es necesario crear cosmologías sociales totalmente nuevas, que los componentes de cualquier nueva cosmología integral (su patrón de consumo de materia y energía, sus relaciones sociales, su filosofía de la sociedad y sus estrategias para tratar conflictos) deben desarrollarse simultáneamente, y que los ciudadanos tienen una necesidad innata de participar en este proceso. Por lo tanto, dada la continua resistencia a este cambio que debe esperarse de las elites nacionales, una estrategia de defensa noviolenta como la que se concibe en este estudio está diseñada para ayudar a activistas y satisfacer las necesidades humanas. En este sentido, la defensa noviolenta es tanto un componente de cualquier nueva cosmología social de este tipo, como una estrategia para ayudar a lograrlo.

 

En resumen, el concepto de defensa de base civil se basa en concepciones elitistas de la sociedad, filosofía, conflicto y seguridad, es indiferente a la violencia estructural, se orienta a reformas desde arriba (elitistas) y falla en ocuparse de la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales. Queda por tanto atrapada en el marco de la cosmología social dominante. En el peor de los casos, Jahn advierte, los partidarios de la defensa civil se adaptan a los intereses de las élites que simplemente integran la defensa de base civil «en los sistemas de defensa y disuasión existentes».

 

En aras de la exhaustividad, y por las razones expuestas en los capítulos anteriores así como los indicados anteriormente, debe señalarse que este estudio también considera las combinaciones de defensa civil con defensa militar como insuficiente.

 

Dado que ha sido ignorado por la mayoría de los estudiosos en el campo, la defensa social carece de una orientación estratégica claramente desarrollada. Sin embargo, la estrategia de defensa noviolenta defendida en este estudio está mucho más cerca de la concepción de defensa social que defensa de base civil. En su enfoque sobre el conflicto, seguridad y defensa, sin embargo, la defensa noviolenta (como se concibe en este estudio) va mucho más allá de las preocupaciones presentes en la literatura existente sobre defensa social; en este sentido, la defensa noviolenta es bien distinta de la defensa social. Con la idea de añadir claridad, entonces, cualquier referencia futura a la defensa de base civil y la defensa social será consistente con las explicaciones de estos conceptos anteriores. Y el término defensa noviolenta se utilizará para referirse a una estrategia de defensa elaborada de acuerdo con la teoría estratégica y el marco estratégico esbozados en el capítulo 8.

 

(…)

 

La teoría estratégica de la Defensa Noviolenta.


A lo largo de este estudio se ha argumentado que una cosmología de la sociedad incluye su patrón de uso de energía y materia, sus relaciones sociales, su filosofía de la sociedad y sus estrategias para lidiar con los conflictos y que estos componentes ayudan a dar forma, y también reflejan, la cosmología propia. También se ha argumentado que a largo plazo cada componente de una cosmología debe estar orientado a la satisfacción de las necesidades humanas. Debido a la estrategia de defensa es uno de los componentes que conforman la cosmología social, la política debe identificar una estrategia que satisfaga esas necesidades. La defensa noviolenta, como se concibe en este estudio, es una estrategia de este tipo. Esta sección utiliza la teoría estratégica descrita en el capítulo 8 para esbozar las características principales de una estrategia de defensa noviolenta. Se basa en los cinco presupuestos y tres hipótesis descritas en las páginas 128-129.

 

Una observación importante que surgió de las discusiones en los capítulos 1 y 2 es que mientras la mayoría de los estrategas militares estaría de acuerdo en que el objetivo final es destruir la voluntad del oponente para, de hecho la mayoría de ellos cree que si se puede destruir la capacidad militar del oponente, también se destruye su voluntad para luchar o bien ya no es pertinente. En contraste, los estrategas de la guerrilla argumentan que si se destruye la voluntad del oponente, es su capacidad militar la que se convierte en irrelevante.

 

Estas creencias contradictorias pero ampliamente difundidas ilustran la confusión conceptual que sustenta gran parte del pensamiento estratégico y complica los esfuerzos, a pesar del imperativo de Clausewitz, para definir un objetivo estratégico adecuado. Hay dos elementos principales en esta confusión, los cuales se remontan a Clausewitz a sí mismo. En primer lugar, existe confusión sobre el significado exacto, en el sentido estratégico, de tres conceptos esenciales: poder, voluntad y centro de gravedad. Y en segundo lugar, hay confusión sobre la naturaleza de la relación entre ellos. El recordatorio de esta sección le explicará cómo importantes elementos de la teoría estratégica desarrollada en este estudio se aplican a una estrategia de defensa noviolenta y, al hacerlo, contestará a dos preguntas: ¿qué significan, en sentido estratégico, las nociones de poder, voluntad y centro de gravedad y cuáles son las relaciones entre ellos?

 

Dentro de la literatura de estudios estratégicos, como los debates en el capítulo 1 y 2 que se muestra, hay una tendencia a equiparar el poder con capacidad militar. Sin embargo, como la discusión en el capítulo 6 destacada, el poder es un fenómeno complejo que puede manifestarse en una variedad de formas. Además, en la práctica tiene muchas fuentes. El poder de las élites, por ejemplo, se deriva de su influencia dentro de las estructuras de poder, así como la forma los recursos humanos y materiales (incluyendo las fuerzas militares) a disposición de ellos. En el sentido estrictamente estratégico, poder es la capacidad para llevar a cabo, o para resistir, la agresión. Sin embargo, como la discusión en el capítulo 1 y 2 demostraba, una resistencia eficaz no depende de la capacidad militar. Además, a diferencia de los estrategas militares que erróneamente creen que el poder militar del oponente debe ser destruido, los que practicanla defensa noviolenta utilizan la idea de que el poder del oponente puede ser socavado en su lugar de origen. ¿Pero qué pasa con la noción de voluntad?

 

Al igual que los estrategas militares que se han considerado anteriormente en este estudio, varios defensores de defensa de base civil han identificado el papel de la voluntad. Según Jessie Hughan, una de las primeras teóricas, la verdadera batalla es entre la violencia del enemigo y «la voluntad de la… población civil». De la misma manera, King-Hall señaló que «la voluntad de ganar es el elemento esencial» y que el individuo «no debe nunca flaquear mentalmente». Y en una lista de factores que determinan la eficacia de la defensa de base civil, Sharp incluye «la voluntad de la población para defenderse contra el ataque». El papel de la voluntad ha sido señalado de igual manera por otros teóricos de la defensa de base civil.

 

A pesar de las referencias a la noción de voluntad…


Inconvenientes en la orientación estratégica de la defense de base civil. Hay cinco grandes deficiencias en el pensamiento estratégico que caracteriza la defensa de base civil. Como se describe en esta sección, cada una de estas deficiencias puede abordarse mediante la estrategia de defensa noviolenta como se concibe en este estudio. Las alternativas son explicadas más exhaustivamente en los capítulos siguientes.

 

En la literatura sobre defensa de base civil, no hay ninguna teoría estratégica, esto hace imposible ofrecer orientación estratégica específica. Como resultado, las sugerencias acerca de la estrategia son muy generales y no hay ninguna base clara para evaluar la conveniencia de una determinada decisión o acción. Esto ha ayudado a la propagación de algunas nociones erróneas –como la creencia de que un objetivo importante de la defensa civil es aumentar el coste de ocupación- y ha contribuido al fracaso a la hora de apreciar, por ejemplo, la importancia de las consideraciones estratégicas en la selección de tácticas noviolentas. En primer lugar, entonces, como se concibe en este estudio, una estrategia de defensa noviolenta debe ser diseñada específicamente según la teoría estratégica y el marco estratégico esbozados en el capítulo 8.

 

En las obras principales en inglés en defensa de base civil, no existe ningún intento para definir la noción de voluntad (will) o para identificar su importancia estratégica. Cuando se menciona, o bien aparece como una de varias consideraciones, inexplicablemente junto con la noción de poder o simplemente se identifica como importante sin más explicaciones. Dada su importancia estratégica, esto es una grave deficiencia. Como se discutió en el capítulo 2, si se altera la voluntad para llevar a cabo la agresión, el poder de realizarlo es irrelevante. En segundo lugar, entonces, la estrategia de defensa noviolenta desarrollado en este estudio utiliza una definición precisa de la noción de voluntad y reconoce su particular importancia estratégica.

 

En la literatura de defensa de base civil, existe una diversidad de opiniones sobre la estrategia que debe adoptarse. Por ejemplo, en el contexto de la invasión, los autores han ofrecido al menos cuatro enfoques estratégicos diferentes: resistencia de activistas noviolentos en la frontera invadida (llamado en algún momento el «muro de vida»), una estrategia de no- cooperación total (a veces llamado un “blitzkrieg» noviolento), una estrategia basada en el uso continuado del sistema político y económico existente (algunas veces llamada trabajo sin cooperación) y una estrategia de resistencia selectiva. Estos enfoques diferentes reflejan las divergentes opiniones en cuanto a lo que debe ser defendido (por ejemplo, una frontera territorial, un gobierno o una ideología). De hecho, Gene Sharp recopila seis preguntas que se supone que ayudan a identificar los puntos adecuados para la resistencia en cada caso particular. Esto, por supuesto, es un legado derivado de la utilización de un enfoque de escenario, un enfoque que estratégicamente es deficiente, como la discusión en el capítulo primero ilustraba. En contraste con este enfoque, según la defensa de la teoría estratégica desarrollados en este estudio (e independientemente de la naturaleza del acto de agresión), el centro de gravedad y el refuerzo de la voluntad de resistir son los puntos estratégicamente importante. En tercer lugar, cualquier estrategia debe estar diseñada para defender el centro de gravedad y la voluntad de resistir, no debe ajustarse por tanto a un acto particular de agresión militar o la ubicación en la que se produjo.

 

En gran parte de la literatura sobre defensa de base civil, existe un mito popular acerca de que el oponente tiene un punto débil (o puntos) contra los recursos que deberían concentrarse. Este error puede atribuirse a la influencia de Liddell Hart, un malentendido de la teoría de la guerrilla, o ambas fuentes. En relación con la primera influencia, como se indica en el capítulo 2, Liddell Hart no explica por qué debe haber un punto débil en cada defensa ni por qué atacar a este débil punto es estratégicamente eficaz. Y en el caso de la influencia de segunda, mientras que la teoría de la guerrilla hace hincapié en la importancia táctica de atacar los puntos débiles del oponente en el sentido militar, este imperativo no debe confundirse con el objetivo estratégico de destruir la cohesión interna del oponente en el sentido político. Esta tarea, en la vista de Mao Zedong, requerirá lucha «prolongada», precisamente porque «el enemigo es fuerte”. Clausewitz cree que, en contraste con la noción de que el oponente tiene un punto débil, su centro de gravedad puede ser débil o fuerte. Por ejemplo, en el caso de la ocupación China del Tibet o la invasión estadounidense de Panamá, el centro de gravedad de las fuerzas invasoras fue muy fuerte.

 

Asimismo, en el caso de la represión del pueblo birmano por la junta militar, el centro de gravedad de la junta es fuerte. En cuarto lugar, entonces, según la teoría estratégica desarrollada en este estudio, el único plan estratégicamente eficaz es identificar el centro de gravedad de la élite del oponente y luego, independientemente de la dificultad y el tiempo involucrado en hacerlo, llevar a cabo la contraofensiva estratégica con el objetivo de socavarlo. Por supuesto, el hecho de que la élite oponente podría no tener puntos débiles en el sentido estratégico, no significa que no tenga puntos débiles en el sentido moral. Así, la estrategia puede identificar un conjunto cuidadosamente enmarcado de demandas políticas (que entre otras cosas, podría exponer a los puntos morales débiles de la élite del oponente) con el fin de movilizar el apoyo para una campaña particular.

 

En algunas obras de la defensa de base civil se percibe un considerable énfasis en la importancia de negar los objetivos específicos del oponente, ya sean políticos, económicos, territoriales o de cualquier otra índole. Esto ha llevado a Johan Galtung, por ejemplo, a argumentar que si un ocupante ordena que no se ha de celebrar una reunión pública, ésta se ha de celebrar. También lleva Sharp a discutir, por ejemplo, que si el objetivo del oponente es de control político, la resistencia «sería principalmente política: huelgas y boicots en temas económicos sobre las cuestiones económicas no serían sanciones apropiadas.» Además lleva a Sharp argumentan que si el objetivo del oponente aislar una ubicación, su defensa sería «difícil» porque, según la concepción generalizada de defensa de base civil, la defensa de esta ubicación dependerá principalmente de la resistencia que podría ser ofrecida en el sitio. Este énfasis en negar los objetivos del oponente es una deficiencia importante y es el resultado directo de no mantener la distinción importante entre el propósito político del oponente y sus objetivos estratégicos. La distinción puede ser ilustrada nuevamente por breve referencia a la resistencia tibetana a la ocupación China. En este caso extremo, mientras que el Gobierno chino ha logrado su propósito político (incluyendo los objetivos de la administración tibetana territorio y sus recursos de la minería), no ha sido capaz de lograr su objetivo estratégico, destruir el poder y la voluntad de la resistencia tibetana. Como resultado, el Gobierno chino debe mantener una fuerza de ocupación masiva en el Tíbet y aún se enfrenta a la posibilidad de que finalmente la resistencia tibetana triunfe. Finalmente, entonces, como demostraron los debates en capítulos anteriores e ilustra el ejemplo tibetano, no es estratégicamente importante negar a la élite oponente sus objetivos políticos o de otro tipo. En cambio, es importante tanto para reforzar la voluntad de la defensa para resistir la agresión como consolidar su poder para poder hacerlo, así como alterar la voluntad del oponente para llevar a cabo la agresión y socavar su poder para hacerlo. Esto requerirá, entre otras cosas, la aplicación de una serie de campañas estratégicamente centradas de acción noviolenta.

 

Por las razones expuestas en esta sección, la orientación estratégica de la defensa de base civil es considerada totalmente deficiente. Los últimos tres capítulos describen la estrategia de defensa noviolenta.

 


 

Ver también:

“Breve historia de la Noviolencia”
Jesús Castañar Pérez (Cthuchi Zamarra)